Se acerca el frío, esas tardes caseras de sofá y manta… Pongamos una película y transportémonos por un momento a Islandia, la fascinante isla “de fuego y hielo”. Uno de los lugares más septentrionales y remotos del hemisferio Norte, a caballo entre Europa y América. Ir en invierno, una experiencia extrema pero única e inolvidable.
Abrígate y déjate cegar por el albo mundo que te rodea: blanco níveo hasta el horizonte infinito, más allá de donde alcanza la mirada…
Blanco rosáceo de un amanecer que dura más de tres horas, en el que verás izarse el sol ártico sobre el horizonte tímidamente, para ocultarse poco más tarde.
Blanco azulado al atardecer en la bahía de Reyjkavik, en la orilla del mar del Norte.
Los mejores fotogramas
El círculo dorado, un viaje al corazón de la isla, con:
El lago Pingevill, en cuyas inmediaciones descansan los restos del viejo parlamento vikingo, el más antiguo del mundo. Paisaje rocoso y desolador, lugar de reunión de la élite de este pueblo desterrado.
Geysir: el popular parque geotérmico, cuya principal atracción es observar como explosiona el agua hirviendo entre agujeros de hielo humeante.
Y, como broche de oro, la imponente Cascada Dorada, Gullfos, parcialmente congelada en carámbanos de hielo deslizándose río abajo como esculturas de agua y cristal.
La capital
Vivir Reykjavik, la capital más al Norte del mundo, con un paseo por su bahía, disfrutando de las vistas de sus nevadas colinas.
El Parlamento a orillas de un estanque congelado, la sobria catedral o el didáctico Museo Nacional.
Los mejores sabores de Islandia
Una sopa de langosta en el Sebaron, típico bar en el puerto. Una brocheta a la brasa de pescado fresco del Ártico, especialmente de bacalao o salmón, deliciosos. Una refrescante cerveza viking en uno de los pubs con música en directo del centro.
La mejor experiencia
Un baño en la Laguna Azul, en sus cálidas y vaporosas aguas al aire libre, rodeado de hielo y lava, con -4 grados de temperatura exterior.
El sueño
Y, por la noche, en lugar de irse a dormir, soñar despierto con las escurridizas Luces del Norte o la Aurora Boreal, tapizando el cielo ártico en una sinfonía de colores que jamás podrás olvidar…
Si te ha gustado la película y no te asustan los -20 grados, te animo a coger ropa térmica, cámara de fotos, y embarcarte a vivir tu propio viaje a los sueños polares.
Créditos del artículo
Autor: Patricia RojasWeb: lacosmopolilla
Islandia nos fascinó en primavera y tenemos pendiente regresar en invierno, 'su salsa', para redescubrirla vestida de blanco
ResponderEliminarEl único problema es el alto nivel de vida que existe en los países nórdicos y el elevado precio de todo. Si no fuera por esa razón tendría aún más turismo.
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