Una de las imágenes más famosas de la ciudad junto con el parlamento. Domina la colina de Buda y en tiempos anteriores fue la residencia de los reyes del país, por lo que también se conoce como Palacio Real. Construido bajo el mandato del rey Bela IV en el siglo XIII, aunque la fortaleza tal y como la conocemos actualmente se terminó de edificar en 1424 por orden del Emperador Segismundo. Su transformación en palacio de estilo renacentista la llevó a cabo Matías Corvino, y tras la ocupación turca, la reina María Teresa, en 1749 lo remodeló ampliando el número de habitaciones.
Patrimonio de la humanidad por la UNESCO, en la actualidad, en su interior aloja la Galería Nacional de Hungría, el Museo de Historia de Budapest y la Biblioteca Széchenyi. La puerta principal acoge una estatua de un Turul, pájaro mítico, símbolo del país. Dentro del Castillo también puedes encontrar la majestuosa y enorme Fuente del rey matías y a continuación el Patio de los Leones. A escasos metros del Castillo, se encuentran la Iglesía de Matías y el Bastión de los Pescadores, otras 2 visitas imprescindibles.
Se puede subir usando las escaleras al lado del puente (no lo recomiendo porque llegas muy cansado), ir por la cuesta que parte de la izquierda del funicular (opción preferible para la bajada) y el Funicular Budavári Sikló, que es la opción ideal para la subida cuyo precio es unos 800 florines o de 1400 florines por ida y vuelta (con un horario desde las 7:30 hasta las 22:00 horas), aunque como he indicado la bajada se puede realizar andando. La entrada es gratuita, no así el coste de los museos.
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